Marta Portal

A los asturianos no sólo nos gusta comer bien, sino que “comer bien” lo entendemos como “comer juntos”. Y por supuesto, fuera de Asturias, añoramos nuestras comidas. Yo digo que parece que llevemos, no “el mundo a cuestas” sino “les fabes a cuestas”. Invitar a “fabada” es sugerir que en esa región más transparente del aire que crea el buen ambiente en torno a una mesa, el mundo va a cumplir nuestros deseos de entregarnos por la palabra y de satisfacernos por los alimentos que compartimos con los amigos.

Yo he llevado fabes de Asturias a Mallorca durante cerca de treinta años para invitar a los amigos. Y en Madrid, desde el 72 sigo invitando al grupo de “adeptos”. Por cierto, uno de los amigos, que ya no está, cirujano de enorme prestigio, inventó o le surgió espontáneo, un calificativo personal e intransferible –por la emoción con que lo pronunciaba–:

 

– ¿Cómo están “les fabes”, Luis?, le preguntaba yo como anfitriona.

Y él decía, casi en éxtasis:

– ¡Asombrosas!

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