En pleno pueblo de Hortaleza, este mesón era hace un par de décadas un local castizo, especializado en el cocido madrileño. Pero Arturo descubrió la fabada, y este mesón/sidrería pasó a convertirse en una de las esquinas más visitadas de su zona. Es su mujer la que trabaja en los fogones y la que exige que les fabes sean de Navelgas y el compango de Tineo para que su fabada siga siendo su bandera de enganche.
Local sin pretensiones, frecuentado por buscadores de buenos menús del día, pero con una oferta de tapas y raciones que permiten convertirlo en punto de encuentro para aventuras gastronómicas de más enjundia.